lunes, 22 de diciembre de 2008

tú allá, yo aquí.

Cosas imposibles. Distancias insalvables separadas por infinitas tierras incendiadas de resignación. Un derechazo seco a los sueños que en la noche oscura parecen ser verdades regadas de ron. Mundos lejanos, separados por un abismo construido por años profundos. Oscuros. Miles. Por algo los sueños son sueños. Por lo mismo, el mundo es mundo y tú eres tú. Y yo soy yo. Y tú estás allá y yo, sentado acá escribiendo esté triste testimonio atravesado de un pesimismo que se confunde con el orden natural de las cosas. Sangrando realidad y llorando una falsa esperanza que sólo los lunes en la tarde me hace imaginar que las distancias una vez más no existen. Si, tal y como desaparecieron con ese puñado de amores viejos. Y así paso las noches, pensando. Quejándome como un moribundo de ti, pero con los sueños de un pequeño que anhela alcanzar tu estrella para bajarla y besarla o quizás sólo para ponerla junto a su colección de sueños rotos. Y me doy cuenta que no eres más que eso, ni tampoco menos. Eres uno de los más bellos y violentos sueños, uno de esos que están cargados de esperanza y empapados de esa siempre incómoda y maldita utopía. de esa utopía que da energía pero tambén quema, si supieras algún día como quema...

No hay comentarios.: