miércoles, 5 de agosto de 2009

pruebas.

Y llegó el día. Ese día en el que el orgullo que te había dado tanto, hoy es una filuda y punzante piedra en tu zapato, o peor aún en tu alma. Para que aprendieras el verdadero significado de la palabra humildad, a sangre, a lágrimas, a fuerza. Y ahora te cuesta enfocar, levantarte para ir a luchar, y no tienes ganas, malagradecido. Aunque sabes que lo tienes todo, quieres más, porque así fuiste criado, porque tu solo debías aprender el valor de las cosas y parece ser que aún no lo has aprendido. Porque la ambición mal administrada te hace daño. Y aún no aprendes, cuántas pruebas de humildad tendrás que tragar para que aprendas. Y te da rabia todo, tal vez justificadamente ,en parte porque el valor de la paciencia no te fue entregado y en mayor parte porque aún no aprendes que no siempre las cosas son como tu quieres, que el mundo está lleno de espinas en las que buscas siempre, involuntariamente, quedar enganchado. Y ya es hora, porque la estás pasando mal, porque paso a paso, caída a caída entiendes que no tienes el mundo en tus manos, que la lotería de la vida no siempre te dará el número ganador. Palabras que buscan aplacar las cenizas de lo que un día fueron llamas. Y estás en punto muerto. Esperando a que pase algo, no pensando, congelado en tu rabia, observando una vez más lo que pasa a tu alrededor. Pero esta vez en silencio.