lunes, 12 de octubre de 2009

rojizo

No quiero escribir. Me duele la cabeza y no quiero pasar todo a un maldito papel. Peo me acuerdo que hoy caminé. Y vi una colorina increíble, pelo liso, aro en la nariz, sentada sobre un bloque de cemento que conforma la arquitectura de una plaza, una con puente. Su bicicleta blanca a un lado. Triste. Palida, no fría. Hermosa. Extrañamente familiar. Esperando quizás qué. La miré mientras caminaba, sin intimidarla. Observándola como el quiltro que me acostumbré a ser. Y cuando iba exactamente a su lado y ella ya no podía verme, la miré. Sí, cobarde. Y pensé en preguntarle si le podía sacar una foto con la cámara que lelvaba en el bolso, pero no, no eres ese. Eres el mismo niño asustado. Qué niño, perro asustado. Sí, el que no mira a los ojos. Como en el último tiempo. Escondido. Bajo una mesa o tras una puerta. Arrancando cuando alguien se acerca y te levanta la mano. Ni luchando. ¡ni luchando! No cruzando ninguno de los ríos que la vida te a puesto. Sólo respirando. Con suerte respirando. Y pensaste, hace cuánto que no sacas a bailar a la más linda de la fiesta. Sí, hace cuanto. Y recuerdas que hace un tiempo, la sacabas. Con suerte dispar, pero la sacabas. Sin miedo, sin vergüenza sin dolor. Así, sin más. Incluso sin alcohol. En qué momento pensaste que en el alcohol estaba el valor. Que cobarde. Y ahora mientras defines quien eres y para donde llevarás tu vida te das vergüenza. ¡En qué momento bajaste los brazos! Mírate donde estás, mírate. Resignado sentido en un rincón de tu vida. Y no eres capaz de nada. Cuando creíste haberte levantado, sólo te arrodillaste para demostrarte a ti mismo que tenías algo de fuerza, pero no para levantarte. Es la hora de tomar decisiones importantes. Quizás así dejas de morder las víctimas antiguas y buscas la salida en el futuro. A qué le temes. Qué te hizo tanto daño. que es ese dolor que te atraviesa la seguridad y te aprieta el pecho. Ya basta. Hasta cuando. Y no sé. Quien sabe. Mientras sigues en tu vida enredada en palabras que no saca nada. Mordiendo por miedo. Arrancando por no sé. ¿y la colorina? Sigue ahí, esperando.

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