sábado, 25 de septiembre de 2010

Con todas tus fuerzas.

Ya. Basta. Ya caíste en la trampa y te dolió. Lo sentiste. Corre como si te persiguiera una bestia furiosa y enferma. Arranca como quien huye de una peste o una plaga. No mires hacia atrás, nunca. Tampoco hables con nadie en el camino. Tú cierra los ojos y da zancadas largas. Si escuchas ruidos, no le hagas caso. No me creas nada. Si te llamo, desde la oscuridad, arráncate los oídos. Olvídalo. Yo ya te dejé tranquila, pero ese terrible pobre weón que sale después de un par de sorbos, parece que no lo hará. Excusa asquerosa pero no menos verdadera. Penosa. Pobre. Este perro herido no quiere más hacerte daño, pero hay veces en que el instinto le gana a la razón. Sigue corriendo, no te detengas. No te acerques, ya sabes lo que pasa y ya viste cuanto duele, vaya que duele.

martes, 21 de septiembre de 2010

Un plato roto.


Los platos caían y caían pero a pesar de a altura, no todos se quebraron. Algunos rebotaron, otros quedaron boca abajo, olvidados y esperando ser pisados. Era una verdadera lluvia, qué digo lluvia, un maldito diluvio. Nadie gritó. Nadie se asustó. Nadie lo impidió. Cayeron como un bombardeo aliado y nadie si quiera se dio cuenta. Yo recogí uno, que lleve a mi casa, escondido, no sé por qué. Lo traté de arreglar, pero faltaban muchas piezas. No me importó. Con paciencia y una taza de té, me senté bajo el parrón del patio de atrás de mi casa, a intentar dejarlo como nuevo. Sí, en la antigua mesa de madera. Quise, pero no pude. Mentira. No tengo patio de atrás. Y no quiero arreglar nada. Nada. No lo tomé, porque ese plato no era mío. Ese día seguí caminando e hice como todos, me hice el ciego, el sordo y el mu.. no, el mundo no me sale, para mal. ¿Los platos? ¿qué platos? No sé de que me hablas. No soy yo. Hay algo que no te he contado pero tengo un plato trizado, arreglado por mí, colgado en medio del salón de mi casa. Es realmente hermoso. Pero sabes qué, si lo quieres ver en su real magnitud, debes verlo desde acá. Sí, siéntate ahí, bajo el parrón. ¿Te llevó un té?

lunes, 20 de septiembre de 2010

La cuenta.

Estás sentado en un bar, no sabes bien que día, menos la hora. Tu vaso está vacío, pero al parecer ya están cerrando, eso no lo crees porque eres en extremo inteligente, si no porque se acaban de encender las luces. De pronto, de un segundo a otro, te das cuenta de que hay un papel blanco sobre la mesa. En él están escritos todos los momentos, situaciones, sentimientos, emociones de las cuales te arrepientes, pero que de alguna u otra manera, de milagro, nunca te tocaron ni menos te hicieron daño. Esta vez es distinto. Lo presientes. Hoy están ahí. Sabías que iba a pasar, y tenías claro que el trago sería amargo, pero se acabo la suerte. Llegó la cuenta y la vas a tener que pagar.

lunes, 6 de septiembre de 2010

domingo, 5 de septiembre de 2010

Condicional.

Te mordería la boca. No sería exactamente un beso, porque sería con furia, morbo, lujuria y nuestros labios no se tocarían. Tanto. La sangre correría por tu cuello y yo la seguiría con mi lengua. Una lágrima caería por tu mejilla, pero no estarías triste, estarías estremecida por la misma fuerza que sentiste una vez y pensaste que jamás ibas a sentir. Y yo me reiría, pero esta vez de placer, mirándote a los ojos con las mejillas coloradas. Minutos después me levantaría de la cama a tomar agua. Me pararía frente al espejo y no me impresionaría al ver mi pecho manchado por tu sangre caliente. Abriría la llave y llevaría mi boca hacia el chorro de agua fría. No pasarían ni 10 segundos y sentiría tus pechos en mi espalda porque me vendrías a buscar. Volveríamos a la cama, lo haríamos mil veces más y te mordería un par de veces, nuevamente. Todo esto pasaría a diario, si fueras mía.

Alto vuelo.

Limpias, atentas, con trajes ajustados, perfectas. Sin duda deben tener un aroma increíble. Estrictas y amigables a la vez. Severas y serviciales, pero no por eso menos calidas. A través de sus trajes inmaculados muchas veces se puede ver algo de ropa interior y eso emociona. Sin duda a la hora de hacer el amor deben ser de ese tipo mujeres que te preguntan como estás, como lo pasaste y si faltó algo. Y uno se debe levantar y mirarlas tendidas sobre la cama y estoy seguro que se deben seguir viendo igual de perfectas, ordenadas y siempre dispuestas. Gracias azafatas por ser tan azafatas.