sábado, 25 de septiembre de 2010

Con todas tus fuerzas.

Ya. Basta. Ya caíste en la trampa y te dolió. Lo sentiste. Corre como si te persiguiera una bestia furiosa y enferma. Arranca como quien huye de una peste o una plaga. No mires hacia atrás, nunca. Tampoco hables con nadie en el camino. Tú cierra los ojos y da zancadas largas. Si escuchas ruidos, no le hagas caso. No me creas nada. Si te llamo, desde la oscuridad, arráncate los oídos. Olvídalo. Yo ya te dejé tranquila, pero ese terrible pobre weón que sale después de un par de sorbos, parece que no lo hará. Excusa asquerosa pero no menos verdadera. Penosa. Pobre. Este perro herido no quiere más hacerte daño, pero hay veces en que el instinto le gana a la razón. Sigue corriendo, no te detengas. No te acerques, ya sabes lo que pasa y ya viste cuanto duele, vaya que duele.

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