lunes, 20 de septiembre de 2010

La cuenta.

Estás sentado en un bar, no sabes bien que día, menos la hora. Tu vaso está vacío, pero al parecer ya están cerrando, eso no lo crees porque eres en extremo inteligente, si no porque se acaban de encender las luces. De pronto, de un segundo a otro, te das cuenta de que hay un papel blanco sobre la mesa. En él están escritos todos los momentos, situaciones, sentimientos, emociones de las cuales te arrepientes, pero que de alguna u otra manera, de milagro, nunca te tocaron ni menos te hicieron daño. Esta vez es distinto. Lo presientes. Hoy están ahí. Sabías que iba a pasar, y tenías claro que el trago sería amargo, pero se acabo la suerte. Llegó la cuenta y la vas a tener que pagar.

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