lunes, 25 de julio de 2011

Buena maldición.

Así como los zapateros. El reparaba. Pero no reparaba electrodomésticos ni nada material, él reparaba vidas. El no pidió ese oficio. Es más nunca le gustó, nunca se sintió dichoso de hacerlo. Para él, estaba más cercano a sentirlo como una maldición. Porque él quería ser el malo de la película, romper, morder, besar, sin sentir nada. Pero no, él hiciera lo que hiciera, arreglaba personas. Escuché por ahí que ya renunció a esa loca idea de ser malo (contra su voluntad, está claro) y se resingnó a vivir su vida como si esta, fuera una película mala, de esas donde los buenos ganan y los finales son con atardeceres eternos.Al menos gané, se repite a cada segundo, sin convencerse.