sábado, 26 de mayo de 2012

El otro.

Quién es. Qué piensa. Qué quiere. Qué siente ese weón que sale justo después de la tercera piscola. Por qué hace lo que hace. Por qué muerde. Por qué destruye. Por qué existe. Por qué pelea sin razón y sin decencia. Dónde nace. Nace del falso valor que da el alcohol cuando se mezcla con la sangre y la pequeñez de lo vacío, de lo pasajero, de lo banal. Dónde está el resto del día ese animal asqueroso. Me lo imagino sentado, en la oscuridad de una fría cueva, afilando sus armas para cuando le toque salir. Por qué sabe que al menos una vez por semana va a tener la oportunidad de vestirse de ti y salir a morder, a humillarse, a humillar, a destruir. Algún día ya no saldrá, ya no tendrá motivos y se quedará sentado para siempre, con sus planes maquiavélicos armados, con sus armas totalmente vírgenes y con su furia y saliva intacta. Pero hoy, especialmente hoy, él está preparado, listo y dispuesto para dejarte mal frente al mundo y para que implacablemente sientas vergüenza cada domingo por la mañana, cada viernes también. Tan fácil, tan duro, tan imbécil, tan malagradecido con la vida, tan soberbio como para dejar ir el amor, tan falsamente orgulloso, tan tú.

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